"Sólo existen dos tipos de personas: los que son conscientes de su ignorancia, y los que no son conscientes."

jueves, 16 de diciembre de 2010




SOLUTRÉ

San Amacio, "La transición evolutiva del Protofeudalismo"; s. XV.

"[...] y recordad la injusticia de los débiles. Fueron tiempos de penuria, de crisis, del fin de una era y el comienzo de otra. Nuestra era es el germen de lo que fue un abismo para la humanidad. Dios lo vio, vio los pecados cometidos por sus hijos, de sus ambiciones los resultados, de la codicia del poder en los grandes y del sometimiento de los pobres. No es sólo el dinero lo que diferencia al rico del pobre, sino sus derechos. El pobre sufre y el rico se beneficia de ese sufrimiento. [...] De esa forma, el poderoso consigue lo que desea y el mendigo acata sus normas. No tiene dinero para pagar al recaudador; no tiene alimentos con los que comerciar. El Imperio romano se desmorona, y con ello su estructura política. La aristocracia ya no obedece a la ley, ni siquiera se apiada de quienes creen en Dios. Buscan proteger sus tierras, sus pertenencias, pero los esclavos tampoco obedecen. El yugo que los mantenía ha desparecido, y muchos se hacen llamar hombres libres. Es entonces cuando la aristocracia necesita labradores para sus tierras. Los latifundios necesitan funcionar y la aristocracia busca y encuentra a sus trabajadores. Campesinos pobres, que pese a su libertad, se ven abrumados por las deudas. El rico les promete protección a cambio de trabajar para él. Ellos aceptan vivir en su villa si con ello huyen de tener que pagar. ¡A qué alto precio pagaron! Muchos no se dan cuenta de que quizás Dios los abandonó un día lejano, de que los impuestos que dejaron atrás volverán de las manos del amo. Los protege del peligro enemigo... los protege utilizándoles a ellos mismos como guerreros. Trabajan, pagan impuestos y son guerreros. Es el origen de la relación señor y vasallo, de rico y pobre."

sábado, 11 de diciembre de 2010

TÉRMINO RAZA: ¿CUÁL ES EL PROBLEMA DE SU MAL USO?

Para mi opinión, el término raza ha sido mal utilizado desde hace tiempo, seguramente por circunstancias religiosas o sociales. Esto quiere decir que su mal uso se debe por los diferentes rasgos entre los humanos de un lugar y de otro, y, por en su mayoría incultura, usado el término raza para dividirlos (a los humanos, no a los rasgos). Por ejemplo, el color de la piel. El color de la piel de un centroafricano es, normalmente, oscura, mientras que el color de la piel de un europeo suele ser menos oscura, o, como se suele decir, “blanca”. De ahí que se crea, incluso en la actualidad que ya se ha demostrado que todos somos Homo sapiens, que somos de la misma especie y que por lo tanto de la misma raza, se sigue pensando que hay diferentes razas.

Se divide a las personas en razas, sobre todo por el color de la piel, pero también por rasgos faciales como los labios, la nariz o los ojos, el color del pelo, y en menor medida, la altura. Y de aquí parte el otro término más cercano, el racismo, que puede definirse como todo acto, violento o no violento que realiza una persona contra otra, ya sea por su color de piel, diferencias culturales o de procedencia; en todo caso, el racista intenta marginar. Sin embargo, es absurdo pensar en ser diferentes a otras personas, ¿por qué odiar? ¿Por ser de diferente cultura? La diversidad cultural es la mayor riqueza que tiene la humanidad; no es el oro, ni el papel de dinero, es la cultura. Podemos entonces sacar una conclusión: el término raza o el racismo son términos tan mal utilizados y expuestos con falta de conocimiento que es preferible olvidarlos a reflexionar sobre si son ciertos.

Sólo se puede aplicar el término raza cuando hay distintas especies, y, como dije al principio de mi opinión, únicamente, por ejemplo, entre el Homo neanderthalensis y Homo sapiens se puede decir que son dos razas distintas.

Terminando este breve texto de mi opinión acerca del mal uso del término raza, puedo decir que desde hace pocos años, quizás sobre todo en el siglo XX, entrando en el siglo XXI también, ha sido cuando se ha razonado sobre su definición. Todavía existen, pero cada vez menos zonas geográficas, gente inculta que determina que existen razas y en extremo, el poder superior del hombre blanco sobre los demás. Y debería añadir parte de mi futuro trabajo en este texto, diciendo que hay más racistas de los que pensamos. Sólo hay que pararse en la proporción de ricos y pobres que hay, y cuáles son blancos y cuáles son de diferente pigmentación de la piel.

Pero como en esta vida, toda información prejuiciosa e inculta no sirve de nada si no tenemos conocimiento de lo que nos rodea, y sabemos investigar por nuestra cuenta. Promover que no hay diferencias entre un africano y un esquimal es prioritario en la educación, porque como digo tantas veces, la educación es la base de esta columna que llamamos sociedad. Si no hay educación, no hay respeto; si no hay respeto, no hay futuro.

RAZONAMIENTO PERSONAL ACERCA DE LA TEORÍA DE LA EVOLUCIÓN EN LA ACTUALIDAD

¿Qué le podrías decir si tuvieras delante al mismísimo Darwin? ¿Qué sería si tuvieras a Descartes, a Platón o a cualquier genio del pasado delante de ti? ¿Te atreverías a decirle algo, quizás contradecirle?

Y es que los sabios y genios del pasado han servido desde siempre para la humanidad del futuro. Seguro que ellos miraban hacia el horizonte, diciendo: “Espero que haya servido la pena”, suspirando al final, teniendo esperanza de que sus ideas e inventos fueran aplaudidos. No se puede discutir la gran filosofía de la Antigüedad o las leyes de un gran físico como puede ser Newton a la ligera…. Como tampoco se puede insultar a la idea de Darwin.

Darwin quiso mostrar al mundo, tal vez también al mundo del mañana, lo que él pensaba. Por eso investigó, trabajó duro para querer hacer lo que deseaba: una nueva percepción acerca de la vida. Su trabajo más destacado, El origen de las especies, no es más que una teoría sobre la evolución de los seres vivos, como puede ser el fijismo y el creacionismo. Sin embargo, fue rechazada porque se contradecía con las actuales teorías. La gente no deseaba un cambio en su pensamiento, en su idea de un mundo creado por Dios; lo que sucedía (y sigue sucediendo) es lo que yo denomino “falta de tiempo”, es decir, el momento de pararse a pensar y decir: “¡Ay va, pues no lo había pensado de esa manera!” o “Tal vez lo que dice puede ser verdad”.

Suerte tuvo nuestro querido Charles Darwin (Carlos para los amigos) que había oídos para todo el mundo, y fue escuchado y por lo tanto su teoría fue razonada. Se comenzó a investigar (después de un tiempo ya muerto Darwin) en el siglo XX, y todavía hoy la discusión está en su punto más álgido. Y es ya el siglo XXI, con el aniversario de su nacimiento en 1809 (¡hace doscientos años!), en el llamado Año de Darwin, en el que incluso las ideas siguen siendo casi las mismas. No hay que mirar tan lejos. En el Reino Unido, por ejemplo, como podemos ver en uno de los artículos, más del 50% de los británicos cree en el creacionismo. Lo impactante de todo es que se trata de la patria de Darwin, y por lo que se ve no tuvo mucha trascendencia en su causa dentro de su propio país.

Volviendo a su teoría de la evolución, en la que se expone cómo todos los seres vivos de la Tierra han ido cambiando a lo largo del tiempo, las especies se han transformado, los árboles han cambiado, etc., etc., se discutió también dentro de los que la apoyaban, ya que había ciertos errores que se podían corregir. De ahí nació el neodarwinismo, que aportaba nuevas ideas y daba una estructura más sólida a la teoría, dando una gran aceptación dentro del mundo científico, proclamando “vencedora” a la teoría de la evolución.

No es que se trate de una teoría totalmente cierta, porque no hay nada absoluto, pero se puede decir que es la más acertada respecto al origen de la vida. Además, la teoría de la evolución no trata de faltar al respeto a las demás ideas, no quiere ser más poderosa que las demás; simplemente trata de defenderse. No se puede decir que el fijismo o el creacionismo sean teorías falsas, sino que son fallos. La diferencia es simple. Cuando hablamos de “falsedades”, nos referimos a algo que no es cierto, que por mucho que lo busques no tiene por donde agarrarse; en cambio, si son “fallos”, se tratan de errores que se pueden corregir, que no son del todo ciertos pero que tampoco les falta razón, ya sea porque han sido estudiadas (el creacionismo durante mucho tiempo, por ejemplo) o porque parten de ideas lógicas y tan naturales como pueden ser los fenómenos meteorológicos (inundaciones, terremotos, etc.) que dan un matiz necesario de estudio, y que, por falta de conocimientos, se aplica lo que se sabe hasta el momento. Esto último era difícil de explicar, pero lo que quería decir en resumidas cuentas es que el creacionismo o el fijismo son teorías tan buenas como lo puede ser el evolucionismo, ya que han sido trabajadas y estudiadas de la misma forma, buscando razones para explicarlo.

Me despido ya de este breve razonamiento, no porque me aburra el tema (aunque tampoco sea mi punto fuerte para saber razonar), pero para repetir una y otra vez que Darwin tenía mucha razón con su teoría, pues qué se le va a decir; no hace falta hablar, sólo pensar lo que contó.

¿POR QUÉ ES IMPORTANTE SABER RAZONAR?

Primero debemos conocer el significado de la palabra “razonar”, la cual viene a decir “ordenar ideas en la mente para llegar a una conclusión” (se puede ver en la página www.rae.es). Y, apoyándome en la definición, ordenar las ideas, es decir, el conjunto de sucesos o pensamientos que te llevan a otros en cadena para concluir un asunto bueno o malo, conveniente o no conveniente, es lo que hace normalmente un ser racional; por lo que es, más que importante, imprescindible, saber razonar.

Y si no ha quedado claro todavía, a continuación explicaré detenidamente el porqué de la importancia de saber razonar. Lo segundo para poder explicar la respuesta de esta pregunta inicial, es saber la diferencia entre motivos y razones. Los motivos son habitualmente excusas, “largas” o “razones primitivas” con las que pretende uno de los hablantes “eludir” las preguntas y dar por concluida una conversación. Por el contrario, las razones son siempre juicios evaluados en nuestra mente, con nuestros propios métodos aprendidos para poder conseguir saber qué es correcto o incorrecto en lo que dicen las personas o si tus propias ideas tienen un buen contenido a exponer. Resumiendo, los motivos son las respuestas fáciles de una conversación (familiar, entre amigos), y las razones son las respuestas estudiadas de un diálogo.

Ya clarificada la duda de la diferencia entre motivo y razón, profundizaremos más en la pregunta y no nos vamos tanto por las ramas.
Dicho anteriormente, el porqué de la importancia de saber razonar tiene su base principalmente en que somos, por naturaleza, seres racionales. Es imprescindible saber razonar porque casi siempre nos encontramos con situaciones en que los motivos, prejuicios o “pasar de todo” están expuestos, y no vamos a caer en el mismo cebo.

Por ejemplo:

Un gitano (o un payo) ha pegado a un familiar tuyo o de un amigo. Tú, sin razonar con tiempo, cometes el error del prejuicio, exclamando a los mil vientos: “¡Todos los gitanos (o payos) son iguales! ¡Van pegando a todos!”

¿Es una razón buena o mala?

Es una razón mala por lo siguiente: al decir “todos” se comete el error de generalizar y culpar a todos los gitanos (o payos), los cuales no han tenido la culpa, sino que uno de ellos ha sido mal educado, por lo que es un motivo estúpido y no una razón; normalmente se generaliza por discriminación y se comete otro error no razonado.

Resumiendo: Los prejuicios y sus consecuencias son motivos de “razón primitiva” que no ayuda a ninguno de los implicados (el agresor y el agredido) en nada, por lo que es siempre necesario pararse a pensar aunque sea un poco antes de opinar sobre los temas.

Por eso me parece importante saber razonar, porque por norma general se consigue con la madurez, y cuando somos adultos procuramos opinar con un previo juicio. Concluyendo definitivamente, saber razonar es una característica o habilidad que adquirimos con la edad (mental, ya que hay adultos que se comportan como niños) y que nos permite un juicio en el que descubrimos lo bueno, conveniente y correcto (o sus opuestos) de cada situación diaria o imaginaria.

OPINIÓN SOBRE EL CAPÍTULO SÉPTIMO DEL LIBRO “PREGUNTAS DE LA VIDA” DE SAVATER

¿Y qué significa ser artificiales por naturaleza? Es muy simple. Según mi opinión, el ser humano está compuesto de dos partes: la mente y el cuerpo, o, para mejor entender, de humano y hombre. Porque no es lo mismo un ser humano que un hombre. El ser humano es el resultado de la técnica, la cultura, una evolución entre la sociedad; por el otro lado, el hombre es el resultado de muchos más años, millones. Para ejemplificarlo y dejarlo claro, hay diversos casos de niños salvajes que se les podía considerar de nuestra especie, es decir, Homo sapiens, pero no sería fácil decir que eran humanos.

Volviendo a la pregunta inicial, ¿somos artificiales por naturaleza? Exactamente voy a decir que no lo sé. Algunos piensan que sí, otros que no. Algunos dicen que somos el resultado de un poder divino, otros en cambio de millones de años de evolución… pero, como siempre hay que hacer, se debe saber qué es artificial y qué es naturaleza para poder entender la pregunta. Artificial se puede definir como todo objeto o hecho creado por el hombre, como puede ser la manipulación de una piedra machacada por otra, la luz de una lámpara, un coche, etc. Y naturaleza es el resto, de alguna u otra forma, la naturaleza o lo “natural” son nuestros genes, todos los seres vivos de la Tierra, también la Tierra, el Sistema Solar, la Vía Láctea… la naturaleza es todo. La naturaleza es el Universo, es imparcial, no diferencia el bien del mal, es constante, “hace” lo que tiene que hacer. Entre todas las cosas que puedan existir, puedo afirmar que la naturaleza es lo único perfecto que existe en el mundo. Nada de lo que hace es bueno o malo, es correcto o incorrecto.

Uniendo ambas definiciones y por lo tanto ambas palabras en un mismo enunciado, da que pensar, y mucho. ¿Cómo podemos ser artificiales si somos naturales y viceversa? Todo lo que el hombre construye lo hace con cosas naturales para después llamarse artificiales; sin embargo continúan siendo naturales porque, como dije anteriormente, todo es naturaleza o natural, ¿no? Entonces, por esta regla, lo que hace el hombre artificialmente es siempre natural. Por ejemplo, una prenda de vestir hecha a base de lana de oveja. La oveja es un ser vivo, un ser vivo de la naturaleza. Todo lo que tenga es natural. Si esquilamos a esa oveja, cogemos su lana y mediante hilos en una máquina se hace la prenda de vestir, pasando a llamarse artificial… ¿no sigue siendo natural?

A lo que quiero llegar es que, por brusco que parezca, el ser humano es más artificial que lo que fabrica, porque el ser humano es la evolución o resultado de años de técnica y cultura. No sé explicarlo con claridad, no sé decirlo correctamente, pero lo intentaré. Resumiendo, lo que crea el ser humano es más natural que él mismo, porque el ser humano es el resultado de algo artificial, que ha sido transmitido de generación en generación y que ha sido creado por el ser humano de manera artificial y que lo ha convertido en lo que es ahora: la cultura. La cultura son aplicaciones físicas (como el uso de un arco) y psíquicas (el lenguaje) que el ser humano las ha utilizado desde que tuvo conocimiento para poder realizarlas. Y como creo haber aprendido, lo que no es naturaleza es cultura, y viceversa. Son dos divisiones fáciles de hacer: naturaleza con lo “natural” y cultura con hecho artificial creado por el ser humano.

Finalizando, se podría decir que sí somos artificiales por naturaleza, por lo menos por el lado del ser humano que tenemos, ya que esta parte es la evolución sucesiva de las culturas y técnicas, todas artificiales. Y el gran resultado de nuestra obra artificial (¡cómo no olvidarla!) es la sociedad, dónde la cultura ha estrechado lazos hasta formar un conjunto ordenado, y dónde cada ser humano realiza una determinada función para el progreso general.

ARGUMENTACIÓN ACERCA DE LA FILOSOFÍA

Mucha gente se pregunta, como yo lo hago constantemente: ¿qué es la filosofía? ¿Para qué nos sirve la filosofía? ¿Qué nos puede aportar la filosofía en la llamada “sociedad del conocimiento”?

Yo siempre me digo: “Aunque supiera exactamente lo que significa cada cosa, la utilidad que tiene o la que yo le doy, el límite de cada cosa y ámbito, no podría saber con exactitud si digo todo correctamente o he fallado en algo. Sin embargo, la filosofía puede darme ciertas claves que me ayuden a estar más cerca de lo que me propongo.”

En la educación es necesaria la filosofía para poder razonar, analizar y profundizar los contenidos o informaciones que recibimos del mundo exterior, fuera del “yo” propio, por así decirlo, y entendernos con todo lo que nos rodea. Porque en una sociedad del siglo XXI, en la llamada “sociedad del conocimiento”, donde día a día cambian las cosas, avanzan, se transforman a nuestro alrededor, es necesario saber cómo adaptarse a esos cambios y la filosofía nos ayuda en gran parte.

Por eso existe la educación, y por eso también debe estar presente la filosofía como una asignatura, porque según mi opinión, mucha información, aunque sea exquisita, no sirve de nada sin tener desarrollada la razón. Y la razón, es el mecanismo utilizado por la filosofía para comprender, reflexionar y ordenar la información que nos llega.

La filosofía (asignatura), no debe tratarse como las demás, absorbiendo más y más información, diciendo que esto es esto y ya está, sin razonar demasiado, que eso cansa y después terminando por olvidar casi todo, quizás recordando cómo era la fórmula de las ecuaciones bicuadradas en matemáticas, o el binomio de Newton, o la fórmula de los gases ideales en Química... En la asignatura de filosofía no se debe enseñar totalmente (aunque claro, sin información tampoco hay nada que razonar) al pie de la letra, es decir, como en las otras asignaturas, sino que hay que ir un paso más lejos, más cerca de lo que se espera: no hay que enseñar filosofía, sino a filosofar. Y filosofar no es adoptar la postura de “El pensador”, de Auguste Rodin y esperar a que alguien te sople algo o te venga la inspiración. Filosofar es meditar, pensar y muchas veces exponer las ideas. Porque eso de la inspiración, aunque muy bonito desde el punto de su significado, poco tiene que ver con filosofar. Y, yo creo, que uno de los mejores caminos para poder pensar y exponer tus ideas es el diálogo, que no debe confundirse con la mera conversación.

En el diálogo es necesario “querer” exponer, pensar, entender y escuchar a todos los niveles, y mucho mejor es dialogar con alguien que tiene ideas opuestas a las tuyas, porque de un modo u otro acabas viendo los pros y contras de tu idea y también de la idea de él. Y siempre tratarás de influir sobre él para convencerlo, algo que tampoco se debe confundir con vencer, porque eso contribuye a derribar o aplastar las ideas del otro y enorgullecerse con las tuyas; y no es así, porque desde un principio has querido entender y escuchar sus ideas y no discriminar o pasar de largo. Entender es buscar lo que tenemos en común y escuchar implica que reconocemos no tener todo el conocimiento en nuestras manos. Por lo tanto, nunca deseamos vencer al otro, sino más bien buscar un camino correcto entre ambas ideas.

Todo esto, junto con saber sus funciones y utilidades, podemos comenzar a saber qué es la filosofía y sus significados (palabras relacionadas, conceptos, ideas, etc). Pero claro, esto es el primer trimestre del Bachiller y aún quedan otros dos de primero y tres de segundo, con lo que me falta mucho, e incluso diría todo por saber más o menos que es la filosofía y su buena utilidad. Ya sé que nunca sabré todo acerca de la filosofía, como no se puede saber todo de alguna otra cosa, pero por lo menos influirá en gran parte de las decisiones de mi vida. Y reconozco ser muy cabezota y pensar que poseo casi siempre la razón, pero para tener y saber lo que es la razón hace falta pararse a pensar ciertas cosas que todavía no las he pensado, como que la lógica no busca la verdad o falsedad de las cosas, sino la validez o lo incorrecto de la cuestiones o proposiciones. Como también debo esforzarme en saber bien lo que significa cada cosa del Rectángulo de Aristóteles. Porque no se puede ser perfecto y poseer todo el conocimiento de la humanidad, yo no puedo ser un “niño prodigio” que lo sepa todo y diga que eso no es correcto porque no va con mis ideas. Y por eso debo comenzar a pensar más detenidamente, a ver qué sí está bien en mi idea y qué está mal, en qué debo profundizar, en qué necesito mejorar… y la filosofía me ayuda a conseguirlo.

2º CAPÍTULO: LA SOCIEDAD DE LA IGNORANCIA, de LA FUERZA DE LOS DEBILES

¿Nunca habéis tenido ganas de pegar a alguien, de humillarle por lo que hace o dice? ¿No sentís que ha llegado la hora?

Quiero decir si no veis constantemente a gente decir auténticas barbaridades, o simplemente son más ignorantes que dan ganas de reír de la pena que dan. Caminan por el mundo como grandes reyes que han conquistado tierras imaginarias, como dueño y amo del tiempo, como... como lo que no son, ¿verdad?

Las auténticas barbaridades... bueno, el gran y magnífico ejemplo lo he tenido presente hace un tiempo [...]. Todo empieza con la llamada a todos los alumnos de Bachiller y algunos cursos de ESO al auditorio para una conferencia sobre la seguridad vial. Bien, perfecto.

Más tarde, al sentarme junto a unos amigos, me doy cuenta de que en realidad no voy a ver accidentes como los de Impacto Total en Antena 3, sino más bien los relatos de varias personas que han sufrido accidentes. Mientras habla uno de ellos, que está en silla de ruedas, escucho no muy lejos de mí (creo recordar por atrás) que alguien comenta: “Tú no puedes saltar, y yo sí.” Lo más fastidioso del comentario viene a ser su tono de voz, sobre todo al final “... y YO sí.” ¿Qué te piensas chaval, que eres el number one? ¿Por qué no te cortas la lengua?

El autocontrol no es mi punto fuerte, pero me resistí a darme la vuelta y buscar al ignorante que dijo tal cosa. En vez de partirle la cara, lo que hice fue diferente. Pensé en que tuviera él un accidente similar, y que cuando le encontrara por la calle, le dijera yo: “¡Mira cómo salto, mira, mira mis pies! ¡Eeepaa! ¡Hop, hop!” ¡Imbécil!

Cambiando de tema radicalmente, ya que esto mismo que escribo es justo antes de nuestra querida Navidad, oh, bella que es. Hablaré de lo bien reflejada que está la sociedad del momento en estas fiestas, oh, tan lujosas y llenas de felicidad.

La Navidad, para la mayoría, es un reencuentro de la familia, es una fiesta en la que se celebra, sinceramente, no sé su significado, pero creo que tiene relación con Jesucristo y su dogma... esto, quiero decir, sus enseñanzas.

En Nochebuena, viene un hombre, vestido de rojo, con barba de hace años, y más gordo que nadie, montado en un carro con renos tirando de él; pero lo más interesante no es eso, sino que ¡por increíble que parezca! el carro vuela. El hombre, al que nadie le ha invitado a su casa, entra silenciosamente por la noche. Lo hace por la chimenea, y, curiosamente, deposita regalos, los elegidos por los niños de cada familia, algo un tanto preocupante al conocer sus gustos sin conocerles, o quizás sí... bueno, continuemos.

Después de un tiempo, pasando de la Nochevieja "cogorza per cápita", llegamos a los Reyes Magos, otros señores vestidos con telas de seda, con un séquito que ni un emperador, que vienen de Oriente montados en camellos, que dan carbón dulce a los malvados... lo destaco porque si a los malos les dan una cosa tan deliciosa, difícil vamos a educar a los niños para que aprendan de sus errores, pero bueno... eso es asunto de adultos, no de jóvenes caprichosos y sin conocimiento como yo. ¿Y los regalos? Los regalos aparecen de la misma forma que con el hombre de los renos voladores: espontáneamente.

Entre estos dos momentos, ayudamos mucho a que los niños, y no tan niños, a que consigan tener una auténtica visión del mundo real, porque, como se les hace creer hasta (no exagero) los doce años de la existencia de estos personajes, logramos que adquieran libertad total y plena: una libertad ignorante. ¿Para qué quitarles la ilusión de Papá Noél y los Reyes Magos? Si se la quitamos, pierde gracia el sentido. Si hacemos que los niños se vuelquen en la verdad, en la realidad, y no en la imaginación, desarrollarían notablemente su autonomía y sus juicios ante la sociedad, algo que queda totalmente prohibido en este país tan democrático, porque así no se podría controlar a la masa. Es mejor abobarlos, enseñarles el pastel constantemente aunque nunca lo alcancen ¡porque, principalmente, no existe!, y así pronunciar las fascinantes palabras: "He aquí la sociedad, hijo. No hagas preguntas, limítate a decir que sí."

Ya he hablado en otros momentos, hace tiempo, de la diferencia entre heteronomía y autonomía, siendo muy fácil de explicar con un ejemplo. El ejemplo no era nada más que una naranja. La naranja, cuando somos niños, no sabemos abrirla. Su cáscara, que representa lo menos importante, lo externo o superficial, es atravesada por los dedos de nuestros padres, que nos ayudan a vislumbrar la realidad, pero en pocas ocasiones a comprenderla. Más adelante explicaré la diferencia entre entender y comprender algo. Nos ayudan a seleccionar los gajos de la naranja, nunca a que nosotros elijamos, porque quizás lleguemos a equivocarnos o seleccionamos algo que ellos no quieren que veamos (la no existencia de los Reyes Magos, por ejemplo). Y también llegan a forzar nuestra boca, a que traguemos los gajos de tal forma que no podamos pronunciar juicio alguno sobre lo que ya está pasando por nuestra garganta, que nuestro cuerpo ya lo ha asimilado, por lo que es ya parte de nosotros, y que no podremos desembarazarnos de ello hasta que hallamos conseguido cierta autonomía. Lo que hacen nuestros padres (en su mayoría no lo saben, no es por criticarlos) no es nada más que el protocolo: mastica poco, traga y asimila la realidad que ellos desean; ya tendrás tu turno más tarde.

Por desgracia, aunque ese momento no es nada más y nada menos que la propia autonomía y los juicios razonables de nuestra mente, en la mayoría de los casos la gente sigue como si fueran niños, tragando gajos que en ocasiones son más venenosos que benignos. Y claro está, con la existencia de gente, que a veces incluso traga esa realidad falsa para no creer en la verdadera (porque asumir la realidad verdadera es asumir que eres un ignorante, y eso cuesta mucho, sobre todo moralmente), se crea lo que es la "sociedad de la ignorancia".

Continuando con la Navidad, podemos ver muchos más aspectos de la sociedad actual, pero sobre todo acentuados. Creo que la definición perfecta de la Navidad sería: época del año en la que todos se deben sentir obligados a ser felices, a compartir esa felicidad y a ser solidarios, a crear una sociedad feliz, contenta, llena de vida, pese a que a lo largo del año esa sociedad seguro que se haya ido poco a poco degradando, empeorando, malgastándose. Pero... ¡qué voy a saber yo de eso, si soy otro ignorante! ¡Esa definición es totalmente falsa!

Hay que ser feliz casi por narices... lo interesante es el ambiente navideño, su... su forma global en las ciudades, en las que la gente sale a divertirse porque sí, en la que compran cosas casi por mandato divino, con consecuencias nefastas si no lo haces, porque sino, estás expresando claramente que odias la Navidad, y, por lo tanto, a la propia sociedad la insultas al no respetar una época tan bella. Hablando de las compras... ¡vaya tema tan precioso para criticar!

Las compras, las consumiciones excesivas... a veces me pregunto porqué la gente come hasta hartarse (quizás sea en honor de los tercermundistas, quizás). Se compra compulsivamente, casi o totalmente poseídos por el Diablo. Y aquí he de reconocer que tuve que darle al coco... estas últimas Navidades me propuse al final que sólo compraría una cosa, nada más, y, si podía, donaba el resto del dinero, porque, sinceramente, no seré más rico con más dinero, sino cuanto menos necesite.

Anteriormente, coco "precomido" constantemente durante años y años, no pude desatarme de esos hilos que poseen a cualquiera que no huye a tiempo: los hilos corruptos de la sociedad capitalista, en la que todo el mundo debe comprar (repito de nuevo) en Navidad, debe gastar, gastar y gastar. Pero ahora, ya enterado, es absurdo comprarme todo lo que desee en un momento de alegría (que por cierto me sucedió, pero lo controlé)..., es más, [...], debo enfrentarme a la verdadera realidad. No puedo permitirme el lujo de gastarme tanto dinero en cosas como son los videojuegos, aunque sea mi hobbie... Los hobbies deben ser casi erradicados a ser algo mínimo, de poca importancia, que sean colecciones o aficiones que no lleven gastarse grandes cantidades de dinero.

Pero, acostumbrado a hacer saltos en los temas, como la ignorancia es el apartado tan adorado por mí, ahora hablaré de la supuesta mayoría de edad que se cree la gente que tiene. Vamos a ver, gandules, que por tener dieciocho o más años no significa que seáis ya mayores. No, y es tan sencillo que hasta vosotros lo entenderéis, adultos. Decidme, con apoyos sólidos, porqué entonces existen diferentes "mayorías de edad", en la historia y en las culturas. Es una auténtica estupidez. Como siempre digo: "La edad es un número, no un estado mental", y, ¡ah, de mí, el pobre joven que todavía desconoce y no puede juzgar! creo que yo tengo bastante madurez en comparación con adultos de treinta años.

Os ilustraré con los grandes ejemplos de nuestra queridísima sociedad (¡amén!). El mejor, el impresionante y magnánimo ejemplo no es más que lo que llaman ahora "reunirse con los amigos y disfrutar de la vida", es decir, el botellón. Sí, vale, muy bonito eso de beber y disfrutar, que en parte no lo veo mal, y ya sea en un lugar abierto que cerrado; lo que hay que destacar es la pasividad de los adultos y la ignorancia de los jóvenes ante los resultados que puede provocar tal evento. El botellón, tan apreciado por los jóvenes, atrae más adeptos a su secta, y esos sirvientes del alcohol son cada vez más pequeñitos, o, para que lo entendamos, adolescentes de entre doce y catorce años, que, por desgracia (para el estado mental suyo) o por fortuna (para las empresas), van a cogerse una cogorza de aquí a Lima en España. Sí, es así y, sin embargo, dejamos que suceda. Adolescentes borrachos, al igual que los adultos... ¿qué será lo siguiente? ¿Bebés con vodka en vez de biberón? ¿O niños con bollicaos de whisky?

En cuanto a la pasividad, a dejar que suceda, es lo que me ha dejado y me deja sin habla... es un enigma que se puede resolver de nuevo con la palabra mágica: ignorancia. Debemos buscar el porqué de esto, pero carece de sentido lógico. No... no sé siquiera cómo explicarlo, principalmente porque no tengo razones ante algo tan absurdo. ¿Por qué existen esos macrobotellones en Granada o Sevilla? Además, lo interesante, es que dejan todo más sucio que su propia casa, obligando a los barrenderos a recoger algo que no tiene causa justificada. Su existencia es sencilla: los jóvenes deciden reunirse, y lo hacen gracias a las tecnologías y a la libertad que tienen... ¡imaginaos macrobotellones durante la dictadura! Me habría gustado verlo. La gente concibe libertad como voluntad para hacer lo que les dé la gana, pero la libertad absoluta implica consecuencias nefastas. Aquí entra en juego la pregunta: ¿es lo mismo "poder" que "deber"? Se puede matar, pero no se debe, sobre todo porque en un estado de derecho (en el que funcionen las leyes de manera práctica, no teóricamente, pero de esto ya hablaremos en otro capítulo), eso te lleva directamente a la cárcel. Por eso la libertad está condicionada por ciertas pautas que llamamos leyes, que han sido un acuerdo mutuo entre todos.

Volviendo al ilustrísimo botellón, no puedo evitar reírme a carcajada limpia cuando me dicen que el alcohol es bueno para la salud. Cierto, la gente que muere no lo hace por tonterías como el coma etílico y la cirrosis. Esta gente muere porque quiere, sí, porque quiere, ¿verdad? Les apetece morir y dicen: "Venid a verme mañana". El alcohol, como todo, es malo en exceso. Recuerdo un día en el que leí los problemas que provocaba la ingestión del jugo de la vida, y, días más tarde, se lo comenté a un amigo que justificaba su toma porque le hacía conocerse mejor y sentirse mejor (más feliz, decía), alegando que todo (o en su mayoría) era mentira. Bueno, pues ya que lo dices, mister invencible, consume todo lo que puedas... seguro que no te pasa nada. Las infecciones de hígado causadas por alcohol se curan tomando más; es una ley de oro.

Otro salto, ya que este capítulo trata de descargar mi furia ante lo existente hoy en día, hablemos de nuevo de otro de sus aspectos tan maravillosos, o, como decía mi profesor de Historia de España de 2º de Bachillerato, de estos países de "fauna democrática", como son Inglaterra y Francia. Me refiero a la más pura ignorancia, la que yo pienso la reina entre todas, que les deja al resto como meras cuestiones: la pasividad ante la pobreza en el mundo, entre otras cosas relacionadas.

Es interesante, por ejemplo, que se haga en ocasiones un minuto de silencio porque ha muerto, a saber, un presidente, un diplomático... un militar. Se les llena de honores, se honra su muerte hasta casi ponerlos a la altura de divinidades (no literalmente). En cambio, ¿cuándo se ha hecho honor a la gente que muere en una obra? ¿Ninguna? Mueren más de seiscientos obreros, sí, 600, en número para que lo veáis mejor, en España, cada año, y a ellos ni siquiera se les menciona en las noticias. Pocas veces lo veo. Ellos también trabajan para el Estado, para la sociedad. Además, construyen casas, hogares para que la gente pueda vivir. Construyen uno de los derechos o dignidades más importantes del ser humano, y, en cambio, en muchas ocasiones se les desprecia por su puesto en comparación con el militar, que en muchas ocasiones lo que hace es matar. Es verdad que no puedo negar los increíbles trabajos de los militares en varios lugares del mundo, como ha sido en Haití, pero han muerto igual que lo hacen los obreros. ¿Son acaso mejores? Yo creo que no. Bueno, y hablando de muertes... relacionado también está el caso (bastante irónico, por cierto) de ver la tele y sus noticias mientras comemos, y entre ellas una que habla de las guerras en África, de los niños que mueren por desnutrición. ¿No os ha ocurrido que alguien, al llevarse el cacho de su filete a la boca, diga "qué pobrecitos, qué hambre pasan"? Yo siempre que veo noticias así, dejo la comida, pienso en lo mismo que estoy escribiendo ahora, y rezo para que cada día esté más cerca mi deseo. Deseo estudiar duro, conseguir un buen trabajo, y, si tengo dinero, buena parte irá destinada a ayudar a los niños que pasan hambre, para vacunas, agua, alimentos, etc. Yo no voy a quedarme de brazos cruzados. Basta ya, basta de creernos "guays" en nuestra sociedad de pacotilla, que no tiene nada de moderno, sino que está corrompida por el dinero, por la competitividad y por ver quién es mejor que el otro, donde los padres machacan a sus hijos para demostrar a sus vecinos que ellos sí valen en comparación con los suyos.

Vivimos en una caverna con luz eléctrica. Por lo menos la gente pobre es consciente de la realidad que le rodea y se esfuerza para asumirla como es. Los ricos no, ya que, como no me canso de repetir, prefieren vivir en la ignorancia y tragar la falsedad, que sabe mejor que la verdad. Les comemos el coco a los niños con la Navidad (sé que estoy repitiendo, pero es para que os enteréis bien del cotarro), comemos en abundancia en la propia Navidad, olvidándonos de que cada 30 segundos un niño muere de hambre, otro es raptado para la prostitución y otro se convertirá en niño soldado. ¡Qué más da, por Dios! ¡Qué más da que haya guerras en países que exportan diamantes, mientras mi mujer esté feliz en mi matrimonio! ¡Qué más da que mi hijo tenga unas Nike fabricadas en China por niños! ¡Qué más da todo, si somos los "number ONE"!

¿Sabéis, eh, ignorantes del mundo, cuántos niños murieron esta Navidad (2010)? Más de 51000. Estoy seguro que España consumió 51000 kilos de polvorones y gambas. Yo me incluyo en esta fatídica estadística, y sí, podéis llamarme hipócrita y lo que queráis, pero por lo menos soy consciente de lo que está sucediendo y cuando tenga la edad suficiente, no dudéis que actuaré. Cuánto habría deseado ir a Haití, a Chile... todo por ayudar, aunque muchos me toman como un bromista cuando lo digo. Sí, tengo debilidades, sobre todo físicas, pero yo creo que no hace falta nada más que solidaridad y conocimiento de que vas a ayudar, no a quedarte de brazos cruzados. Si hay que reconstruir una casa para una familia, me parto el brazo si hace falta, y esto es literalmente.

No lo soporto... es... es... ¿cómo se puede definir algo así? ¿Cómo podéis descansar tan bien al saber lo que os cuento? Cuando en las noticias informaron del terremoto en Haití, contuve las lágrimas, pero mi cuerpo se derrumbó. No soportaba la idea. Hay una canción de un grupo español, Reincidentes, que en una parte dice: "¿Por qué los pobres siempre son los que tienen que pagar más?"

Todo tiene relación, todo. Incluso el asunto de la inmigración. ¿Cómo se puede llegar a ser un racista? Es puro miedo que se convierte en odio. Y más aún los que dicen que España es para los españoles. Mirar, mongolos, ir a una biblioteca (sí, ese edificio donde hay libros), y buscar Historia. Comprobad cómo España ha sido durante casi doscientos años, 200, en número, inmigrante, marchando a países de América y de Europa, que os creéis muy listos con vuestro conocimiento tan extenso. Vuestra cultura sí que es la monda, ¿eh? Es superior porque es española. Porque lo español es... buah, qué diré, es lo más, ¿no?

Ahora decidme qué tradición cultural o costumbre no tiene relación con alguna africana, americana o árabe. Os dejo tiempo. Os dejo toda vuestra vida, que no vais a encontrar nada... ¿acaso los toros, eh? Pues no. Ya se "toreaba" en la Antigua Grecia, en Creta, y muchos países mediterráneos lo hacían y lo siguen haciendo. España es un país de los más multiculturales del mundo, y no podemos negar tal cosa, porque negarlo es negarnos a nosotros mismos. ¿El flamenco? Una derivación árabe, seguro que de la llamada a la oración. ¿La siesta? La siesta la hacen en todo el mundo. Además, España como Estado en sí, para mi opinión, no es cuando los Reyes Católicos decidieran unir Castilla y Aragón, ni siquiera durante el reinado de los Austria y Borbones. No. El año exacto es 1898, cuando España perdió Cuba, Puerto Rico y Filipinas. Entonces el Estado español se conformó tal como es actualmente, con algunas diferencias. Quizás sea una auténtica herejía lo que he dicho, pero es mi opinión.